La relación de Antonio Machado con Madrid alcanza 30 intensos años de su vida y arranca en los años en los que se forjan los caracteres: en la adolescencia y la juventud.

En Madrid vivió en más de una decena de domicilios, en los que escribió buena parte de su amplio poemario y obra en general. También impartió clases en varios centros de enseñanza y frecuentó los lugares donde bullía la cultura a finales del siglo XIX. Las tertulias y los cafés literarios del Madrid de la época vieron al genio desplegar su talento intenso y sobrio a la vez.

En la capital también cultivó fértiles amistades con intelectuales de la talla de Pío Baroja, Rubén Darío, Federico García Lorca o toda la galería de personalidades de las artes y las ciencias que se movían en torno a la  Institución Libre de enseñanza.

La obra de Antonio Machado se nutrió del ambiente madrileño y buena parte de sus poemas impregnan las calles y el ambiente literario de la ciudad de la que partió camino del exilio. En el jardín de la Biblioteca Nacional podemos visitar un busto del autor, que también da nombre a una estación de metro en la línea 7.

Sus biógrafos cuentan que el poeta no quería abandonar el Madrid convulsionado de los primeros meses de la guerra civil y que fue necesario que la Alianza de Intelectuales insistiera para convencerle. Al final, aceptó con la condición de que toda su familia le acompañara.