VIDA en Rocafort
Durante su estancia en Villa Amparo, y aunque tenía muy próxima la estación del trenet, Machado realizó pocas salidas a la capital.
El día 11 de diciembre de 1937, se desplazó a Valencia para inaugurar, en la Plaza Emilio Castelar, hoy del Ayuntamiento, la Tribuna de Agitación y Propaganda levantada por el Ministerio de Instrucción Pública. En medio de una gran ovación, recitó la elegía dedicada a Lorca, El crimen fue en Granada.
José Bergamín dejó un testimonio impresionante de ese acto: “Parecía que subía al cadalso. Mas no ahogaba su voz; por el contrario, habló desde allá arriba con tal fuerza que aquel deje tímido y altivo de su palabra se iba desnudando o, mejor dicho, vistiéndose de sangre, por un pensamiento que expresaba los sentimientos en conmoción de todos los pueblos de España”.
Otra de sus salidas fue para asistir a la Sesión Inaugural de la Conferencia Nacional de Juventudes Socialistas que se celebró durante los días 15 a 17 de enero de 1937, sentado en la mesa presidencial junto a “Pasionaria” y un joven Santiago Carrillo.
Pero la más trascendental fue la del 4 de julio de 1937 para asistir al II Congreso Internacional de Escritores en Defensa de la Cultura, cuya inauguración se celebró en el Salón de Actos del Ayuntamiento de Valencia y corrió a cargo de Corpus Barga y del presidente del gobierno republicano Juan Negrín, ante más de un centenar de escritores venidos de todo el mundo; entre ellos, Rafael Alberti, Jacinto Benavente, José Bergamín, León Felipe, María Teresa León, Tomás Navarro Tomás, Pompeu Fabra, Emilio Mira, Pous i Pagès, etc.
El 17 de julio, Machado leyó la última ponencia del día con el título de “Sobre la defensa y la difusión de la cultura”. Para el poeta cubano Nicolás Guillén, Machado fue “la figura central de aquella reunión y se le vio caminar no entre los fusiles, como el propio Machado dice de García Lorca, sino rodeado de escritores y artistas ansiosos de entrevistarlo, o simplemente de oírlo o verlo”.
Probablemente, hubiera querido participar en otros actos relevantes del momento, pero su salud se lo impedía. Así se lo manifiesta a Tomás Navarro Tomás: “Querido amigo: enfermo como usted sabe, e imposibilitado totalmente para abandonar durante algunos días mi domicilio de Rocafort…”
Se le asignaron numerosos cargos: además de Presidente de la Casa de Cultura, en julio de 1937, fue elegido miembro del Comité Nacional de la Asociación de Amigos de la Unión Soviética y vicepresidente del Consejo Central de Teatros.
En este retiro, sin embargo, acogió a innumerables visitas: José Bergamín, Carmen Conde, Ilya Ehrenburg, María Zambrano, Rafael Ferreres, Vicente Gaos, Ramón Gaya, Juan Gil Albert, Juan Marinello, Rafael Pérez Contel, Pla y Beltrán y un largo etcétera. “Todas estas visitas coincidían en el mal estado de su salud, pero también en su cortesía y amabilidad así como en su preocupación por el devenir de España” (Antonio Machado, el largo peregrinar hacia la mar, Monique Alonso).
El doctor Vega Díaz, que también lo visitó en Rocafort para llevarle tabaco y café de parte de Manuel Azaña, analiza certeramente la situación: “Cuando le vi salir a mi encuentro, me llamó mucho la atención su manera de andar, con unos pasitos cortos, casi sin levantar los pies del suelo y con las rodillas semidobladas, como acusando un gran trastorno periférico que se sumaba a sus ya anteriores dificultades cardiorrespiratorias”.
Con el último caudal de su prosa y de su verso, aquí permanece hasta mediados de abril de 1938, en que, con toda urgencia por la proximidad de las tropas franquistas, fue trasladado a Barcelona en un coche dispuesto de nuevo por el gobierno de la República.