La Institución Fernán Gonzalez y la Real Academia Sevillana de Buenas Letras se reúnen para concebir una gran exposición, entre otros proyectos, en torno a los escritores andaluces. 

La prensa fue convocada este lunes por el espíritu de los Machado, un legado por descubrir y una vigencia cuya llama no se apaga. Pero no se respiraba en el paseo del Espolón burgalés una atmósfera de limoneros y azahar. Más bien a madrugada soriana o segoviana, como las que durante muchos años despertaron a don Antonio en sus años de magisterio en tierras castellanas. En un día azul de invierno y con el eco de la voz de Juan de Mairena, miembros de la Real Academia Burgense de Historia y Bellas Artes – Institución Fernán González y de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras presentaron el inicio de una colaboración que anunció César Rico, presidente de la Diputación provincial y anfitrión del encuentro.

«Las dos academias vamos a intentar hacer una exposición completa sobre los Machado en su laberinto familiar, literario y político en aras de una reconciliación», señaló Pablo Gutiérrez-Alviz, director de la academia andaluza, e indicó que está previsto que dicha muestra recorra las ciudades de Sevilla, Málaga, Burgos y Madrid. «Además de la exposición, se organizarán unas jornadas literarias e incluso hay un proyecto de representación de una de las obras de teatro de los hermanos Machado. Es un proyecto de no corto plazo, hablamos de un par de años o tres», apuntó.
René Jesús Payo: «Probablemente esta va a ser la exposición más importante sobre los Machado de todos los tiempos, porque se conjugan los dos grandes fondos documentales de esta familia, el sevillano y el burgalés»
A Gutiérrez-Alviz le acompañó ayer en Burgos Alfonso Guerra, exvicepresidente del Gobierno y gran especialista machadiano. Guerra, que se incorporó en mayo de 2022 a la academia sevillana con un discurso de ingreso titulado Soledad y sociedad en Antonio Machado, destacó que la unión del fondo sevillano -legado por la familia de Antonio y propiedad de Unicaja- y el fondo burgalés -que conserva la Institución Fernán González gracias, principalmente, a las donaciones de Bonifacio Zamora y José María Zugazaga- genere «la posibilidad de hermanar a Manuel y a Antonio, dos hermanos muy queridos» separados por la Guerra Civil y dé «una reposición del extraordinario cariño y complementación de los hermanos», señaló. «Las circunstancias históricas han hecho que Antonio sea mucho más tratado que Manuel. Y queremos tener la posibilidad de que Manuel también forme parte del acervo cultural que Antonio ha proporcionado a la literatura española».

Alfonso Guerra, que más tarde pudo observar algunos de los documentos de los poetas que conserva la Real Academia Burguense con notoria emoción, destacó que «hoy [por este lunes] estamos presentando la voluntad de dos academias en ponerse de acuerdo y exponer los fondos de uno y de otro para englobar a toda la familia Machado -incluidos el padre, folclorista, y el abuelo, rector de la Universidad de Sevilla- para disipar algunas cuestiones que se han dicho durante muchos años sin tener la veracidad de los documentos».

Por su parte, el director de la Institución Fernán González (IFG), René Jesús Payo, indicó que «este proyecto era acariciado y querido por nuestra academia. Está muy encarrilado y tiene muchos visos de éxito. Probablemente esta va a ser la exposición más importante sobre los Machado de todos los tiempos, porque se conjugan los dos grandes fondos documentales de esta familia, el sevillano y el burgalés», señaló el catedrático de la UBU que contactó hace unos meses con Pablo Gutiérrez-Alviz para poner en marcha esta colaboración.

A este proyecto conjunto entre las academias castellana y andaluza se une la futura publicación sobre la investigación que se está haciendo sobre el valiosísimo Fondo Zugazaga. Este estudio, que promete algunas sorpresas sobre los hermanos Machado, verá la luz posiblemente en 2024.

Queridos hermanos

Una relación fraternal que rasgó la guerra y selló la muerteManuel (Sevilla, 1874 – Madrid, 1947) y Antonio (Sevilla, 1875 – Colliure, 1939) siempre estuvieron muy unidos desde aquella infancia que inundó los versos del segundo hijo de los Machado Ruiz con vientos del sur, agua clara y el aroma de los frutales del Palacio de las Dueñas de Sevilla. Ya en Madrid, cursaron estudios en la Institución Libre de Enseñanza que dirigía Francisco Giner de los Ríos, algo que marcó para siempre a ambos. En aquella época de fervor creativo comenzaron a publicar en revistas sus primeros poemas y textos literarios.

Compartieron una juventud teñida por el modernismo francés y una admiración cegadora por la capital parisina, sus autores y una lengua que más tarde daría el sustento a Antonio como profesor de francés en diversos centros educativos de España: Soria, Baeza, Segovia… ciudades que marcaron la biografía del autor de Campos de Castilla.

La década de los veinte trajo a los Machado unos años de gran éxito y cierta prosperidad económica. Sus obras, escritas a cuatro manos, llenaban las plateas y los palcos de los más afamados teatrosJuan de Mañara (1927),  La Lola se va a los puertos (1929) o La duquesa de Benamejí (1932) son algunos de sus dramas más destacados.

Los años treinta y el advenimiento de la II República siembran de esperanza, pero también de desconcierto, a los hermanos Machado y a la sociedad española. Con Antonio y Manuel viviendo en Madrid, aumenta sobremanera su implicación en la política y la defensa de la cultura. En pleno verano de 1936, se produce el golpe de Estado y a los Machado les atropella la distancia. Mientras Antonio continua en Madrid, Manuel y su esposa Eulalia Cáceres «como cada año, en el mes de julio deciden viajar a Burgos para celebrar la Virgen del Carmen (16 de julio) en compañía de sor Carmen, la hermana de Eulalia, religiosa del convento de las Esclavas del Sagrado Corazón de la capital castellana y prima asimismo de don Manuel. Pero cuando el 18 de julio decidieron regresar a Madrid, perdieron el último autobús o tren que partió con destino a la capital de España y el matrimonio tuvo que permanecer obligadamente en la ciudad burgalesa los tres años que duró la contienda», señala el historiador y vicedirector de la IFG Isaac Rilova en su artículo El Fondo Machadiano de Burgos: Los papeles de Antonio Machado.

«A esta contrariedad, meramente circunstancial, habría que añadir otra más preocupante, que fue que, un mes más tarde, el 29 de septiembre, don Manuel era detenido y encarcelado. Unas declaraciones hechas a Blanche Messis, periodista francesa de la revista La Comoedia y la acusación de tibieza patriótica que de él hizo Mariano Daranas, corresponsal de ABC en París, le llevaron a prisión». Fue liberado el 1 de octubre. Aquellos tres días debieron de ser largos y penosos para aquel hombre de 62 años con enfermedades respiratorias que no podía dejar de pensar en su familia y su aciago porvenir. A partir de ese día, Manuel Machado trabajó para el periódico El Castellano y la Oficina Nacional de Prensa y Propaganda, con el miedo en el cuerpo y la honda tristeza de la muerte en la lejana Colliure de su hermano Antonio y de su madre, Ana.

Al finalizar la guerra, Manuel y Eulalia regresaron a Madrid. En cuanto pudieron, visitaron el piso donde vivió Antonio con su madre y recogieron todo lo que allí había: libros, cartas, fotografías, papeles, piezas de arte… Por suerte, la vivienda no fue violentada ni saqueada durante la guerra. Tras el fallecimiento de Manuel Machado, «su esposa cedió una parte del conjunto documental, bibliográfico y de objetos y otras pertenencias de don Antonio y don Manuel Machado, por una parte a familiares de ambos poetas -lo que conforma el llamado ‘Fondo de Sevilla’-, y por otra, a la Institución Fernán González y a la Diputación de Burgos, junto con documentos que entregó a título personal a don Bonifacio Zamora, sacerdote y poeta burgalés y académico también de dicha Institución y que revirtieron a ésta a su fallecimiento», continua Rilova en su artículo.

Además, existe otro fondo documental proveniente de José María Zugazaga, secretario de Manuel Machado, del que todavía queda mucho por investigar. Seguro que este proyecto de colaboración que acaba de lanzarse entre las academias burgalesa y sevillana logra dar un empujón, bravo y necesario, a seguir ahondando en el conocimiento de estos hermanos sevillanos, dos de las grandes figuras de la literatura española del siglo XX

Fuente: «El Correo de Burgos»