Si algo caracteriza a Rafael Alarcón Sierra (Zaragoza, 1968), profesor titular de la Universidad de Jaén, es su versatilidad, su rigor y una honda sensibilidad. Experto en la obra Juan Ramón Jiménez, El Greco, los aviones en la literatura española, también es estudioso de los hermanos Antonio y Manuel Machado , a quien por cierto dedicó su tesis doctoral en la Universidad de Zaragoza.

Ahora publica una antología personal de Antonio Machado, que incluye transcripción de manuscritos de los fondos de Sevilla y Burgos que no figura en las obras completas del poeta. Explica: “Carlos Alcorta, poeta y editor de Calambur, acaba de publicar ‘Fotosíntesis’ en las PUZ, sabe que llevo tiempo trabajando en los Machado y me propone hacer una antología de Antonio Machado con total libertad. Enseguida me di cuenta de que, por haberlo leído cientos de veces, ya tengo hecha mentalmente mi antología de Machado (como le pasará a cualquier lector suyo); que puedo eliminar todas las composiciones que no me parecen excelentes (poemas de circunstancias, homenajes, repeticiones, etc.) y hacer un libro no solo útil, sino también bonito. Como además soy filólogo, me planteo que la antología no sea un capricho, sino que ayude a entender mejor su trayectoria y su evolución”. Confiesa que él mismo ha aprendido con ella y que el curioso va a hallar un Machado ‘repristinado’. Así nació ‘A orillas del gran silencio’.

Puesto a la tarea, Rafael Alarcón constató que “de Machado hay mucho que no sabemos. Lo biográfico es una ayuda importante para explicarnos mejor su obra, que es lo que me interesa, pero huyo de las interpretaciones meramente biográficas. Nunca acabamos de entender del todo a un gran poeta y además, cada generación de lectores, con su visión del mundo, lo interpreta de forma distinta: eso es precisamente convertirse en un clásico, lo que también sucede con los clásicos modernos, como Machado”, sostiene.

Para el profesor zaragozano Machado “parece un poeta sencillo pero es un poeta complejo, lleno de ‘puntos ciegos’ y de aspectos que sigo sin entender bien”. Esa consideración le ha llevado realizar diversas preguntas: ¿por qué, tras haber hecho suya como nadie la modernidad simbolista en ‘Soledades’, se aleja de ella y se convierte en un poeta a contracorriente? ¿Por qué emprende tantas tentativas distintas (lo descriptivo-reflexivo, el romance narrativo, lo folklórico-filosófico, etc.), sin un resultado satisfactorio? ¿Por qué paulatinamente abandona el verso a favor de la prosa?

Con esas cuestiones en el aire, el experto fija su atención: “Mi trabajo como filólogo no es ocultar estas aristas debajo de una alfombra, sino hacerlas visibles y explicárselas al lector lo mejor que pueda, sin rehuir su complejidad”. Por ello transforma la introducción al libro en algo semejante a una guía de lectura. Rafael llevaba muchos años trabajando sobre los hermanos Machado, poetas y dramaturgos. “En 2005-2006 un pequeño equipo de investigadores hicimos una edición diplomática (transcripción y anotación) de los manuscritos machadianos de Sevilla (diez volúmenes que publicó la Fundación Unicaja), y también estudié por mi cuenta los manuscritos conservados en Burgos. Ahora mismo sigo trabajando con los nuevos manuscritos que ha adquirido recientemente a sus herederos la Fundación Unicaja, de la que hemos preparado exposiciones en Sevilla, Málaga o Madrid. Todo esto ha hecho que no deje de plantearme cuestiones sobre los Machado casi a diario”.

Una selección de todo ello figura en la antología. “Con los manuscritos que se conservan de Antonio Machado, que son muy numerosos, no solo entramos en su ‘taller literario’, es decir, en conocer cómo afronta su escritura, sino que podemos estudiar multitud de borradores de textos que decidió no publicar (de prosa, verso y teatro). Estos nos ayudan a completar y entender mejor toda su obra”, dice.

Rafael Alarcón huye de la terminología ‘poemas inéditos’, y prefiere la de ‘borradores’, que hay que estudiar de modo distinto. “Con ellos algún día se realizará una completa edición crítica de su obra. Hay unos cuantos, no demasiados, que sí aportan ciertas novedades a lo que ya conocemos. En la antología ‘A orillas del gran silencio’ he añadido un apéndice transcribiendo algunos de estos borradores de Sevilla y Burgos (los que complementan mejor su obra publicada), que ya di a conocer en trabajos previos, pero en un ámbito especializado. Creo que es la primera vez que aparecen en una antología dirigida al gran público”, agrega.

Entre los ‘borradores’ o poemas de los manuscritos hay piezas dedicadas a Guiomar (nombre literario de la poeta Pilar Valderrama, bautizada por cierto en el Pilar de Zaragoza). El estudioso señala: “En los borradores a Guiomar (de poemas que no publica), Machado se sorprende de que su nombre suene otra vez en labios de una mujer, cuando ya no se esperaba. Y dice algo precioso: que tiembla al escucharlo como cuando era niño y adolescente. Es decir, que el amor comienza siempre por primera vez, también en la vejez. También escribe algo significativo: que ella fue la que le buscó a él, no al contrario”.

Fuente: Heraldo