Un mal guionista de cine escribiría en la escaleta: La semana en la que se fracturó la Universidad Popular Segoviana (UPS). Sonaría a recurso manido, pero no le faltaría razón. Del 26 al 30 de mayo de 1930. De lunes a viernes. Desde que Gonzalo España, el lunes 26 de mayo, obvió en su crónica algunos párrafos que Américo Castro había desgranado en su conferencia, El problema religioso y la historia de España del domingo 25 en la sede de la Universidad, la antigua iglesia de San Quirce, hasta que el día 30 de mayo la junta de profesores de la Universidad, presidida por el arquitecto Javier Cabello Dodero, decidió prescindir de los servicios de España, que además de redactor jefe de El Adelantado de Segovia ejercía de encargado de la biblioteca, recibiendo un sueldo de la institución segoviana. A ella había pertenecido desde la fundación de la Universidad en 1919. Ese al menos sería el germen de lo que vendría después. Que fue mucho.
No será, sin embargo, la primera ruptura que sufra la UPS. Dos años después de esta fractura, nacerá en Segovia la Universidad Popular FUE (Federación Universitaria Escolar). La FUE agrupaba a estudiantes que desde el ala más progresista defendían una enseñanza pública frente a la proliferación de escuelas, colegios y universidades de contenido católico, a los que en 1928 se les había reconocido la oficialidad de sus enseñanzas. La FUE en Segovia va a tener como opósito en ese año de 1932 a la Asociación de Estudiantes Católicos, cuya constitución es recogida con amplitud por El Adelantado de Segovia el 14 de abril de 1932, un año después de proclamada la II República. Quiero resaltar con ello la importante división que existía en la sociedad española y en la segoviana en particular por el problema religioso. La regulación del fenómeno religioso por la Constitución de diciembre de 1931 (artículo 3 y 26, sobre todo) no fue el factor desencadenante, sino la consecuencia de esa división social previa que hemos evidenciado en Segovia ya en mayo de 1930 como reacción a la conferencia de Américo Castro. Que la FUE en 1932 constituyera su propia Universidad Popular indica dos cuestiones: lo debilitada que había quedado la original UPS tras la fractura de 1930 y la movilización que la juventud más de izquierdas había experimentado para afianzar los ideales laicos de la II República. Como había indicado Francisco de Cossío en una conferencia de 7 de junio de 1931 en la sede de la UPS titulada Cien años de absolutismo: “La República es más de ellos (de los jóvenes) que de nadie, la juventud ha de hacerla fuerte y eficaz”.
La conferencia tuvo también su eco en El Adelantado (8 de junio). Firma la crónica de su contraportada Gonzalo España. Segovia Republicana la reprodujo en su integridad. Las cosas habían cambiado. La por otra parte inevitable radicalización de las posturas producía vaivenes en las fidelidades. Pero Francisco de Cossío, colaborador durante años de El Adelantado de Segovia, todavía era recordado. A pesar de su republicanismo. Si se atiende a su discurso se evidenciará el acento que Cossío pone en la educación como manera de “limitar perfectamente las fronteras de la libertad y la anarquía”. Algo coherente y en la línea de la mejor tradición que la Institución Libre de Enseñanza venía propugnando desde hacía décadas.
Valga esta pequeña digresión para mejor evaluar el estado de las cosas en este convulso inicio de la década de los treinta en nuestra provincia. Diego Conte Bragado ha escrito un excelente artículo, al que remito como ampliación de esta cuestión, titulado Sobre los movimientos estudiantiles en Segovia durante la II República: la Universidad Popular de la FUE, publicado en el tomo Educación, Cultura y Sociedad editado por la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce.
Los hechos y su cronología
Volvamos a nuestra particular semana trágica en el devenir de la UPS. Reconstruyamos de manera cronológica los hechos y sus derivadas para acercarnos a este tono de mal guionista cinematográfico.
1.- Domingo 25 de mayo de 1930. Conferencia de Américo Castro en la Universidad Popular de Segovia.
2.- Lunes 26 de mayo de 1930. En un artículo sin firma (del que después Gonzalo España se reconoció responsable), su autor, en la recensión que realizaba, se negaba a reproducir algunos párrafos de la conferencia por no “acomodarse” lo dicho por Américo Castro al sentir francamente religioso y de acuerdo con la manera de pensar, en materia de fe cristiana, de los lectores de El Adelantado de Segovia.
3.- Probablemente el mismo día de la publicación del suelto en el decano, Javier Cabello Dodero, arquitecto y director de la UPS, una vez cerciorado de que el autor de la reseña era España, lo llamó a su presencia y en compañía de Antonio Ballesteros, secretario de la institución, lo “amonestó severamente” por la tendenciosidad de la información, “lamentando que este incidente fuera una prueba más de su falta de interés y cariño por la institución que tan fraternalmente le tenía acogido”.
Utilizo la versión del director de la Universidad extraída del acta de su junta de profesores que tendría lugar a los pocos días del incidente.
Según Cabello Dodero, Gonzalo España comprendió lo erróneo de su conducta reconociendo que la información publicada no producía ningún beneficio a la institución que había invitado al conferenciante, que de seguro se sentiría molesto por el trato recibido.
Javier Cabello demoró cualquier resolución del asunto hasta la reunión de la junta de profesores, para cuya convocatoria esperaba la vuelta de Rufino Cano de Rueda, director de El Adelantado y miembro de la junta, por entonces fuera de la ciudad.
4.- No contento con ello, en la mañana del día siguiente, probablemente el 27 de mayo, Javier Cabello dirigió de manera particular una carta al director del diario decano en la que se rectificaba la información del día 26. La carta fue entregada en mano a Luis Cano, gerente del periódico e hijo de Cano de Rueda. Esa misma tarde, le fue devuelta al director de la UPS al considerar el periódico que no había nada que rectificar.
5.- Al día siguiente, previsiblemente día 28 de mayo, se desatan los truenos. Los redactores de El Adelantado de Segovia dirigen una misiva a Javier Cabello Dodero en la que manifiestan su molestia por la reprimenda de este a Gonzalo España recogida en el punto 3.-, exigiendo una rectificación en el plazo de 48 horas.
El mismo 28 de mayo, y en un extenso artículo a cuatro columnas que se publica en la contraportada del periódico, Flavio arremete contra el “docto catedrático” Américo Castro, reprochándole haber vertido en su conferencia “afirmaciones e ideas que no se ajustan a la realidad de los hechos”. “Grandes verdades, pocas, ciertamente dijo. Lo demás, un capítulo, varios capítulos de la leyenda negra”. A continuación, el articulista despliega un verdadero arsenal de argumentos para certificar la trabazón entre el cristianismo vivido en España y los méritos del arte, de la política, del derecho e incluso de la ciencia positiva registrados a lo largo de los siglos en nuestro país. Hay que recordar que El Adelantado va a censurar a Castro la atribución a los españoles de ser un pueblo perezoso, frío y apático, a resultas de la prevalencia en él de la ascética y mística católica que lo despegaba de los valores materiales, cuya persecución genera desarrollo económico. Para Castro, según el decano, toda nuestra cultura y progreso había sido importado. Nada era genuino. La responsabilidad residía en la barrera que levantó el catolicismo entre España y Europa.
No conocemos sino a grandes rasgos la conferencia real de Américo Castro, pero sí el intento, en la carta de rectificación que antes mencionábamos de Cabello Dodero, de matizar la información periodística y reducir las cosas a sus “términos justos”.
A finales del siglo XIX, un grupo de personajes relevantes de la sociedad (en la foto) se reunía en torno al Diario de Avisos. Representaba distintas tendencias. De esas reuniones nacieron dos periódicos, El Adelantado de Segovia (1901) y La Tierra de Segovia (1919). Los participantes de la tertulia nunca perdieron su relación personal. Muchos de ellos participaron en la creación de la UPS (1919). Treinta años después, las cosas habían cambiado. La fractura de la Universidad Popular no era sino el síntoma de la división existente en la sociedad segoviana entre dos bandos de difícil reconciliación. Nunca se daría esta.
Ese mismo día 28 de mayo de 1930, Juan de Contreras, marqués de Lozoya, firma un artículo en Valencia, en cuya Universidad era catedrático. El artículo se publica el día 2 de junio en El Adelantado. Decía: “Siento que tales cosas se hayan dicho y, singularmente, que se hayan dicho en esa querida Universidad en cuya labor con tanto entusiasmo hemos cooperado por estimarla de transcendental importancia para la cultura segoviana, sin pensar que desde su cátedra pudieran herirse algún día nuestros sentimientos más íntimos”.
La intervención en la polémica de Juan de Contreras es significativa puesto que poseía su figura un carácter pontifical, creador de puentes entre las distintas facciones que se iban observando cada vez más nítidamente en la sociedad y en la intelectualidad segoviana. Sus intervenciones y conferencias eran alabadas por Heraldo Segoviano y por El Adelantado –los dos medios de comunicación segovianos que atendían a las distintas tendencias entonces en boga, – a la par que pertenecía a la junta de profesores de la Universidad Popular. Incluso participó en la celebrada el 8 de julio de 1930, adhiriéndose al acuerdo de sus compañeros de 30 de mayo de 1930 -que luego veremos- por ser este “un caso de dignidad de la Institución y de prestigio de su director”, explicando con posterioridad “la razón de su artículo que apareció en El Adelantado por el efecto que le produjo la reseña de la conferencia del Sr. Castro”.
Nunca escondió sus ideas el marqués de Lozoya. En el suelto referido atribuía el retraso español a otra cuestión “que está en el fondo de nuestra raza y contra el cual tenemos el deber de reaccionar”. Para Juan de Contreras, España le debía a la iglesia católica “nuestro concepto ético de la vida, que constituye la inmensa reserva espiritual de Europa, y al cual Europa tendrá que acudir cuando se hastíe de materialismo y sensualidad”.
No me resisto a transcribir, en este acercamiento a la por otro lado atractivísima figura del marqués, unas declaraciones que realiza en el Heraldo Segoviano, el 21 de septiembre de 1930, por su carácter premonitorio hacia lo por venir. Después de declararse monárquico no solo por tradición familiar sino por considerar a la monarquía la “única fuerza política eficaz de nuestro país”, manifestaba con rotundidad: “Con una precisión que pudiéramos llamar astronómica se puede predecir que la República en España sería una merienda de negros con la cual terminaría a sablazos una nueva dictadura militar”. Repito: 21 de septiembre de 1930.
6.- 30 de mayo de 1930. Gonzalo España, que solo unos días atrás, y, según testimonio de Cabello Dodero, había reconocido lo erróneo de su conducta, rectifica su postura y remite una carta al director de la UPS suspendiendo su situación como encargado de la biblioteca y pidiendo la constitución de un tribunal de honor para juzgar su conducta.
Ante el cariz que tomaban los acontecimientos, Javier Cabello convoca de urgencia a la junta de profesores de la UPS para que fueran ellos quienes juzgasen la situación, manifestando con claridad en el transcurso de la reunión su incompatibilidad en la permanencia del cargo de director “con la continuación del Sr. España como empleado de la Universidad”.
La junta se constituye ese mismo 30 de mayo. No es masiva la asistencia. Junto al director y al secretario, Antonio Ballesteros, acuden Rubén Landa, doctor en derecho, pedagogo y profesor de instituto, Juan Zuloaga –ceramista, hijo del insigne Daniel Zuloaga- y el poeta Marceliano Álvarez Cerón, fundador y codirector, junto con Julián M. Otero, de la revista manantial. Esta escasa presencia de profesores será aludida con posterioridad por Rufino Cano como causa de la poca representatividad en la decisión tomada. No obstante, buceando en el acta de la reunión se constata la “adhesión incondicional a los acuerdos que se adopten, especialmente respecto al Sr. España (el subrayado es mío), de los profesores Srs. Gila (Segundo), Quintanilla (Mariano) y marqués de Quintanar”. Poco después, en la junta de 8 de julio de 1930 se adherirán a los acuerdos los profesores Machado (Antonio), Palomares (Manuel) y Moreno (Agustín). Es en esa junta en la que se comunica la dimisión de Cano de Rueda como profesor. El claustro no la admite y deja vacante la plaza por si “en alguna ocasión más adelante quiere sumar su actividad a la labor de la Universidad Popular”.
Después de distintas intervenciones, se tomaron, en la referida junta de 30 de mayo, los siguientes acuerdos, que resumo:
• Ratificar la máxima confianza en el director Cabello Dodero, y aprobar íntegramente la gestión del asunto.
• Cesar como encargado de la biblioteca a Gonzalo España, quien prestaba su servicio desde la creación de la biblioteca, y “contaba”, dice el acta, “con la amistad de la mayoría de los profesores”. Se tamizaba así las duras palabras en los inicios del caso del propio Javier Cabello. También las que pronunció en el transcurso de la sesión de la junta Rubén Landa, que llegó a acusar a España de desatender sus deberes “por sus frecuentes ausencias” y “por el gran número de fiestas que indebidamente” establecía en el servicio, lo que según él venía a demostrar que este se podía realizar sin su concurso. Por su parte, Antonio Ballesteros acusó al redactor jefe de El Adelantado de tergiversar, “quizá sin mala intención”, las palabras del director Cabello.
El caso es que se acuerda el despido basándose “tan solo en la necesidad de hacer economías” en la institución, y concediéndole al trabajador además del salario correspondiente al mes en curso, el de otro mes.
En la adopción de este acuerdo se registró la abstención de Juan Zuloaga por su “criterio de no votar nada” que pudiera constituir una baja en el personal y por su “buena amistad” con Gonzalo España. De hecho, y aunque probablemente poco tuviera que ver con esta situación, Juan Zuloaga va a formar parte del Ateneo Segoviano que se creará como alternativa a la UPS. El Ateneo, con cuya primera conferencia abríamos esta serie, se constituyó el 30 de septiembre de 1930 en la sede que la redacción de El Adelantado de Segovia tenía en la calle de San Agustín. Su primer presidente fue Alberto Camba y su secretario Gonzalo España.
• Se rechazó, por último, la creación de un tribunal de honor que enjuiciara la cuestión por no ser figura estatutaria.
En esta misma sesión se aprobó, por cierto, la celebración de la importante muestra que un mes después se celebraría en la sede de la UPS, en la antigua iglesia de San Quirce, y que llevaría por título artistas y temas segovianos. El Adelantado, nobleza obliga, recoge la noticia de la “próxima exposición” en su primera página del 7 de junio de 1930.
Aunque hablábamos de una semana trágica al principio de este artículo, el serial no concluye con la celebración de la junta de la Universidad y con el cese de Gonzalo España como encargado de la biblioteca. Los lectores que hasta aquí nos hayan acompañado lo habrán podido deducir por la propia estructura de estos dos capítulos y por el desarrollo de la misma crónica.
En efecto, el 9 de junio, ya en Segovia, Rufino Cano de Rueda publica una carta remitida al presidente de la UPS en la que le comunica su dimisión como miembro de la junta de profesores y critica el cese de Gonzalo España. Los términos son duros. Dice: “Me asombra la intolerancia de los escasos miembros de la junta que adoptaron el acuerdo de separación (…) y advierto que no comprenden los deberes del periodista, ni los derechos que asisten al público lector de la prensa”.
Como se ve, una misma realidad es observada desde dos puntos de vista diametralmente opuestos, incluso echando mano de los mismos conceptos y argumentos.
El 15 de junio de 1930, Rubén Landa publica en Heraldo Segoviano una carta dirigida a Rufino Cano de Rueda tras dimitir este en el cargo de profesor de la Universidad. Landa justifica el hecho de esta publicación en que El Adelantado no lo había hecho. Dos días después, Cano de Rueda explica desde las páginas del periódico que la no publicación se debía a que la carta era particular, y no en su condición de director del diario, por lo que solo procedió a contestarla personalmente.
Aludo a este tira y afloja de misivas porque en las siguientes semanas tanto en Heraldo Segoviano como en El Adelantado de Segovia se van a producir un intercambio continuo de comunicados, en ocasiones con un encendido tono personal, y la más de las veces protagonizados por Pablo de Andrés de los Cobos, pedagogo y escritor, que había sido nombrado en mayo de ese año director del Centro Escolar de la Granja de San Ildefonso, y Alberto Camba, bien directamente o bien agazapado bajo su seudónimo preferido: Marcial Garrido. Es especialmente duro el suelto que este último le dedica a Cobos el 23 de julio en las páginas del decano, acusándolo de dar “coba” en su día a un presunto “cacique” como Segundo Gila con objeto de que este le becase, desde la institución provincial que presidía, para la ampliación de estudios en París. Con poca efectividad, según el columnista, por las escasas dotes del becario. Respondía así a un artículo escrito por Cobos el domingo 20 de julio en Heraldo Segoviano, de parecido tenor, en el que este arremetía contra el diputado Gil de Biedma y contra el propio Rufino Cano, sobre todo contra este con frases admonitorias. “(…) En el libro de la Providencia figura con la cualidad de cacique de la provincia; pero está escrito con lápiz; no lo olvide”.
El enfrentamiento se agraviaba. Adquiría un tono diferente. Pero los bandos ya estaban perfilados de antes, como se ha visto a lo largo de esta crónica. El 14 de junio, la catedrática de la Escuela Normal Femenina, Concepción Alfaya, pronuncia una conferencia en la sede de la Diputación Provincial de Segovia. En la presidencia, Gabriel J. de Cáceres, el titular de la institución; a su lado, junto a la conferenciante, Alberto Camba y Luis Cano.
El 16 de junio El Adelantado alude a que había sido organizado el acto “por el grupo de escritores adeptos” al periódico. Leyendo la nómina de miembros del Ateneo Segoviano se pueden deducir de quiénes se trataba: Alberto Camba, Gonzalo España, Francisco Martín y Gómez, Paz y Concepción Alfaya, Luis Martín García Marcos, Luis Felipe de Peñalosa, Eliseo de Pablo…
Como se decía, la división estaba consumada. Presagiaba el futuro. Póngale cada uno el alcance que considere menester.
El 6 de octubre de 1930 tenía lugar la inauguración oficial de El Ateneo Segoviano. Da la conferencia inaugural su presidente interino, Alberto Camba.
El 14 de abril de 1931 se produce en Segovia la manifestación con ocasión de la proclamación de la II República. La presiden Antonio Machado, Rubén Landa -miembros de la Universidad Popular Segoviana- y Antonio Ballesteros, su secretario histórico. La contempla, satisfecho, Carlos Martín, editor y creador de Heraldo Segoviano.
Fuente: El Adelantado de Segovia