El certamen literario que organiza el Curso de Pintores Pensionados otorga el segundo premio al escritor segoviano Rafael Verdejo Delgado

El relato ‘Veladuras’ del escritor navarro Javier Izcue Argandoña ha ganado la  VII edición del premio ‘Escribir sobre el paisaje’, convocado por el Curso de Pintores Pensionados de la Real Academia de San Quirce, que entregó hoy sus galardones en un acto que tuvo lugar en la Casa Museo de Antonio Machado.

En esta ocasión, el jurado ha estado compuesto por María del Mar García Martín (naturalista, bióloga y editora de la revista Viajar por Segovia); Juan Pedro Velasco Sayago  Susana Vilches Crespo (historiadora del arte, acádemica de San Quirce y bibliotecaria de la Diputación de Segovia); y Fernando Ortiz de Frutos, escritor e integrante del Nuevo Mester de Juglaría,  ejerciendo como secretario del jurado el académico de San Quirce y profesor  Juancho del Barrio Álvarez.

El jurado ha valorado en el relato galardonado el esfuerzo del autor por intentar desentrañar la belleza de la ciudad, desvelando los sedimentos del tiempo, queriendo leer en su aparente aspecto actual el poso de la historia, de las civilizaciones y de los avatares. Es un texto en prosa poética, con un vocabulario rico y preciso, que se acerca al paisaje de la ciudad y a sus elementos esenciales (Alcázar, Catedral, calles…) desde la percepción de lo inefable de su belleza. Como actúan los pintores, el autor ha trazado con sus palabras las veladuras que logran que su poema refleje de manera magistral el alma de la ciudad eterna que es Segovia. El escritor galardonado- que no pudo desplazarse a recoger el premio- recibirá 500 euros bajo el patrocionio de la empresa Ambientur..

El segundo premio, patrocinado por la Librería Cervantes con 300 euros, ha recaído en Rafael Verdejo Delgado (Segovia), por su texto “Lo invisible”. Verdejo ya es veterano en el concurso, pues obtuvo el primero en su primera edición, cuando se trataba de un premio local. Su texto es también un intento logradísimo de describir la esencia de la ciudad y la provincia, sin citarla siquiera, pero buscando esa alma en los caminos, en los páramos, en las riberas de sus ríos…, en distintas horas de la luz, en diversos edificios y en lo que aportan, con su tradición y su dignidad, al paisaje que hoy vemos; y sobre todo, la busca en las personas (el pastor, los niños que juegan —machadianamente— con el barro, los vecinos en el mercado…).

Fuente: El Adelantado